lunes, diciembre 31, 2007

a momir

Récord. Más de 30 horas continuas despierta. Pero lo logré, terminé a tiempo. Ahora sí me voy a dormir.

laguna

¡Auxilio! Las ideas parece que se esfuman.

sigo aquí

Como dice esa canción horrible que me cae tan mal: "son las cinco-e-la mañana, yo no he dormido nada". Y va para largo.

16 horas

Muero de sueño, neta, muero de sueño. Y quedan algo así como 16 horas. Y muero de ganas de un vino tinto. Y también muero de ganas de ir a mi cama y babear a gusto (porque no ronco, babeo). Y el tiempo se hace tan largo para ir a dormir y tan corto para entregar a tiempo ese artículo que tanta emoción me causa.

domingo, diciembre 30, 2007

memoria

Mis ojos están cansados, se han secado de tanto leer y tanto escribir en estos días. Y se han humedecido al ver esa foto donde esa cara contempla el horizonte, con esos ojos grises tan chiquitos, pero tan profundos. "La historia pasa, usted se quedó para siempre", dice Christopher de su abuela; lo mismo digo yo de mi papá... se ha ido y a la vez se ha quedado... y no me resigno a pensar que está en esa gaveta (ironías de la vida, hasta muerto tengo que voltear hacia arriba para encontrarlo), ahí deben quedar sólo los huesos y no sé en qué condiciones, pero Luis, mi papá, el de los ojitos grises, debe andar por todos lados, contemplando paisajes como siempre... y tal vez verá que a esta hija suya no se le acaba el tsunami de emociones y de oportunidades y de incertidumbres y de todo... y tal vez sabrá que esta mujer fuerte que muchos ven (que también veo) a veces se quiebra y se hace chiquita y espera encontrar los ojos grises atrás del periódico y la voz que diga "¿de qué te apuras?" y la sonrisa discreta. Y de mis ojos llueve. Y llueve mucho. Y una sonrisa emerge en mí cuando pienso que la memoria se hace presencia... y que para mí siempre será presencia, porque "yo soy tu sangre, mi viejo".

sábado, diciembre 29, 2007

divagaciones de una avecilla nocturna

Que las pestañas se vuelvan cada vez más pesadas, que la claridad de las ideas se disuelva entre los minutos, todo se hace poco importante cuando llega, a las 4 de la mañana, un mensaje de confianza que hace pensar que lo que se produce tiene al menos algún sentido.

hasta morir

Frío. Libros. Wagner. La luna. Chocolates. Notas en post it. Chopin. Hojas sueltas. Ideas sueltas. Agua. Bach. Cierta claridad (tantos días esperada). Cansancio. Un acercamiento teórico-metodológico. El recuerdo de una locura de messenger. Stravinsky. Deadlines. La noche en vela.

jueves, diciembre 27, 2007

diciembre no se va sin cafecito...


Ya casi se acaba diciembre, pero está por fin El Cafecito decembrino.

la saga de Tehuantepec * Carlos Antonio Villa Guzmán
ya me tocó * Carolina Aguilar Muñiz
un ladrón te golpea * Armando Andrade Zamarripa
casa en ruinas, reseña de Casa en ruinas de Arlette Luévano * Eduardo Hidalgo
No se lo pierdan.

martes, diciembre 25, 2007

¡Feliz Navidad!

Corte informativo: La ilustración fue hecha por mis propias manitas, San José está en todo el derecho de resucitar y demandarme por la porquería de carita que le hice, el manto de la Virgen sí me hizo feliz, igual que mis Reyes Magos, los animales no quedaron tan mal, dice Raúl que la vaca (que no es vaca, sino buey) quedó sensacional.

viernes, diciembre 21, 2007

26

26 lugares que me han hecho feliz. El balcón de mi casa (con vista al Cerro del Picacho). La casa de mi abuelita Inés en Huejúcar. El campo de golf junto a la casa de Guadalupe y Josefina en Aguascalientes (cuando vivían acá). El Cerro de la Bufa en Zacatecas. El cocodrilo del río artificial del Hotel Hacienda de La Noria en Aguascalientes. Lo que alguna vez fue la CONASUPO, que luego se convirtió en cancha de fut y ring de lucha libre para los que estudiamos (o estuvimos inscritos) en la Técnica 1 en Aguascalientes. La Plaza de las Ranas en Guanajuato. Plaza Satélite en DF. La fuente a Manuel M. Ponce en Aguascalientes (atrás de la Exedra). El Templo del Espíritu Santo en Aguascalientes. La calle empedrada de atrás del Templo de San Miguel Arcángel en San Miguel de Allende. La Plaza de las Generaciones en la UAA. Las calles del Encino en Aguascalientes. El Café Acrópolis en Zacatecas. El Campeador en Aguascalientes. La biblioteca de la UAA. Six Flags en DF. El río de San José de los Márquez. El Instituto Cultural Cabañas en Guadalajara. Puente de Dios en la Huasteca Potosina. Cierto hotel (cuyo nombre no recuerdo) en medio de la selva, en la Huasteca Potosina. Un lugar en carretera (entre el pueblo de mi mamá en Jalisco y el de mi papá en Zacatecas) donde hay muchas flores amarillas. La biblioteca del ITESO. La capilla del ITESO. El mirador en Janitzio. La Capilla Sabatina en DF.

26 películas. El ciudadano Kane. Réquiem por un sueño. Cuento de hadas para dormir cocodrilos. Seres humanos. Quiero ser famosa. Bicho de siete cabezas. Piedras. Amélie. Buscando a Nemo. El señor de los anillos: La comunidad del anillo. El señor de los anillos: Las dos torres. El señor de los anillos: El retorno del rey. Gato negro, gato blanco. Entre dos y tres. Las tortugas pueden volar. Arca rusa. Sueños de agonía. La eternidad y un día. Antes del atardecer. Orgullo y prejuicio. 2046. El laberinto del fauno. La Pasión. Atando cabos. Un buen año. Quemar las naves.

26 libros. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra. El principito, Antoine de Saint-Exupéry. Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell. Mujeres de ojos grandes, Ángeles Mastretta. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez. Noticias del imperio, Fernando del Paso. Un mundo feliz, Aldous Huxley. Rebelión en la granja, George Orwell. El señor de los anillos: la comunidad del anillo, JR Tolkien. El señor de los anillos: las dos torres, JR Tolkien. El señor de los anillos: el retorno del rey, JR Tolkien. Romancero gitano, poeta en Nueva York, Federico García Lorca. Una ciudad libre, Eric Darton. El genio y la diosa, Aldous Huxley. La fábula del tiempo, José Emilio Pacheco. Obras completas, Sor Juana Inés de la Cruz. Nosotras que nos queremos tanto, Marcela Serrano. 1984, George Orwell. Madame Bovary, Gustav Flaubert. Poesía no completa, Wislawa Szymborska. Copyright, Luis Pescetti y Jorge Maronna. La inocencia del minotauro, José Luis Justes Amador. Una de balazos, Pancho Rodríguez. Las ciudades invisibles, Italo Calvino. El hobbit, JR Tolkien. Casa en ruinas, Arlette Luévano.

26 revistas y periódicos que leo (a veces, siempre que puedo). Comunicación y Sociedad. Diá-logos. Razón y Palabra. Telos. Revista Mexicana de Comunicación. Signo y Pensamiento. Chasqui. Estudios cinematográficos. Nexos. Letras Libres. Revuelta. Tierra Adentro. Tierra Baldía. Luvina. Cocina Fácil. ¿Cómo ves? Nacional Geographic. Teología. Proceso. El Universal. Reforma. La Jornada. El Heraldo. Hidrocálido. Página 24. El Sol del Centro.

26 canciones. Zombie, The Cranberries. La luna, Ketzal. Si tú no vuelves, Bosé. Cielo, Benny. We are the champions, Queen. Can’t take my eyes off you, versión de Damien Rice. Me cuesta tanto olvidarte, Mecano. El sol no regresa, La quinta estación. Arte, Nosoträsh. No me importa nada, Luz Casal. Give me a reason, Portishead. Tu cárcel, versión de Enanitos Verdes. Cuando nadie me ve, versión de Niña Pastori. Haja o que houver, Madredeus. Arrastrando la cobija, versión de Sasha Soköl. Love, Zoé. La tequilera, versión de Lila Downs. Bonito, Jarabe de Palo. Tu sonrisa inolvidable, Fito Páez. Reina de corazones, Alejandra Guzmán. Wish you were here, version de Radiohead. La vida es bella, Noa y Bosé. Un osito de peluche de Taiwán, Los auténticos decadentes. La belleza, Aute. Confianzas, Gotan Project. Pensar em você, Daniela Mercury.

26 personajes. Bugs Bunny. Mafalda. Libertad (de Mafalda). Scarlett O’Hara. Lola Bunny. Kane (Citizen Kane). R. (Una ciudad libre). Marva (Quiero ser famosa). El Salvaje (Un mundo feliz). La tía Daniela (Mujeres de ojos grandes). Dory (Buscando a Nemo). Eowyn (Lord of the rings). Frodo (Lord of the rings). Aragorn (Lord of the rings). Celine – Cecile (Befote sunset). El escritor (Copyright). El guionista (Una de balazos). Elisabeth (Pride and prejudice). Mr. Darcy (Pride and Prejudice). María (Nosotras que nos queremos tanto). Hermione (Harry Potter). Barbie (sí, de Amor en custodia). Ofelia (El laberinto del fauno). Bilbo (El hobbit). Cristina (de Grey’s Anatomy). La Catrina (de Posada).

26 artistas plásticos. Miguel Ángel. Claude Monet. Vincent Van Gogh. El Bosco. José Guadalupe Posada. Saturnino Herrán. Jesús F. Contreras. Gabriel Fernández Ledesma. José Clemente Orozco. David Alfaro Siqueiros. Frida Kahlo. Tina Modotti. Remedios Varo. Elena Climent. Salvador Dalí. Juan Soriano. Keith Haring. Andy Warhol. Gabriel Orozco. Elva Garma. Juan Castañeda. Federico Gama. Tobías Arenas. Francisco Mata. Anselmo de Haro. Maritza Duarte.

26 momentos. Mi cumpleaños número cuatro, con Pepito. Cuando Chuyín, en kinder, agarró a golpes a otros niños por defenderme. Cuando Maday y yo cambiamos las flechas en el campo de golf de Pulgas en Aguascalientes. Cuando Ricardo me regaló una naranja en primaria. Mamá cantando Las piedras rodantes de madrugada en el Cervantino. Cuando unos tepalcates llegaron a mí, en el Espíritu Santo, en Aguascalientes. Cuando las locas y yo nos echamos la pinta, en prepa, para ir a un partido de fut. Cuando alguien que no será nombrado hizo la pregunta mágica “¿todavía te acuerdas?” en una fiesta en La Castaña (cuando existía) en Aguascalientes. Cuando yo hablaba de adobes que tenían fisuras y se fragmentaban y Deisy traducía que tenían rajadas y se partían, mientras construíamos una casita para una locación de Sueños de agonía. Cuando me estampé en la pared del baño de casa de Lalo, en la fiesta de pre-premiere de Sueños de agonía. El último viaje con mi papá. Cuando mi papá se despidió antes de morir. Cuando unos amigos y yo (nueve monos de 22 a 28 años, en 2004) nos fuimos al Museo Descubre en horas libres de la uni y nos divertimos como niños. Cuando me encantó un ciclista griego (y no supe ni decirle “hola”) en un campeonato de ciclismo en Aguascalientes. Cuando mis alumnitas del Tec y yo nos escapamos a comer crepas, creo que en Los Portales, en Zacatecas. Cuando Rubén, Alan y yo nos perdimos en León. Cuando alguien que tampoco será nombrado me pidió el último abrazo, a una semana de casarse (y no conmigo). Mi cumpleaños 24, cuando el mariachi loco casi tira el árbol de Navidad de mi casa. Cuando bajé con mi mamá los más de 300 escalones en Puente de Dios. Cuando Caro, Mónica, Ricardo y yo nos quedamos atorados en el Encino, mientras llovía fuertecito. Cuando un pedazo de cielo cayó sobre mi cabeza (o sobre mi nariz, o sobre mí) en Guadalajara. Cuando fui dama de compañía, guarura y fotógrafa en la boda de Carmen y Alex. La despedida de Ricardo Chávez, cuando se mudó a Toronto. Cuando Guillermo creyó que yo había golpeado a Paulo (y Paulo se hizo la víctima). Cuando viajé en camión al DF y me subí por primera vez al metro, para ir a la boda de Maritza y Armando. Cuando creí que había perdido a Justina.

26 recuerdos. Las caminatas de niña con mi papá. Mamá y papá tomando cafecito cada noche. Papá contemplando la lluvia. Las mil y un vueltas al Cerro de la Bufa en Zacatecas. Maday y yo, de chiquitas, haciendo miles de travesuras, por su casa o por la mía. Yo golpeando gente (accidentalmente, por supuesto) en los juegos de voli en primaria (y era malísima). Yo golpeando gente (a veces accidentalmente) en los juegos de básquet en secundaria (y era dos dos). Yo golpeando gente (no recuerdo una sola vez que fuera accidental) en los juegos de fut en prepa. Los usos y costumbres y frases célebres de mi mamá. Las locas y yo escondiéndonos atrás de postes. Arturo y yo divagando en clase de Informática en prepa. Chema y yo con la divagación nuestra de cada día, en camión, de la prepa a nuestras respectivas casas. Ale intentándonos enseñar a bailar. Las dominicales salidas a comer con mis papás. La cantidad de meseras y meseros que se ponían de nervios con mi papá. Maritza y yo corriendo a clases por el túnel de la UAA. Mis idas al cine sola en mañanas de sábado, para poder disfrutar la película. Los gritos motivadores de mi instructora de pilates y zumba (cuando iba al gym). Las noches de miércoles de café con Justes, saliendo de Griego. Las increíbles historias subterráneas del Festival de Cine Aguascalientes (saludos, Caro, Mónica y Ricardo). Las no sé cuántas noches de chal con el Memes. Las no sé cuántas salidas con las locas (cuando éramos cuatro, cuando fuimos tres, cuando quedamos dos, cuando volvimos a ser tres, cuando ya no sé cuántas somos). Las veces que Rafa me hacía cosquillas con los lentes, me jalaba el cabello o simplemente me hacía ruido en las clases con Guillermo. Los intercambios de golpes con Paulo (jugando, siempre). Los nopales y los árboles en las carreteras Aguascalientes – Zacatecas (cuando iba al Tec) y Aguascalientes – Guadalajara (desde que vivo en ambos lados). Las miles de diabluras de las nueve mascotas que han pasado por mi casa, y las dos que aún quedan.

26 cafés, comidas y fiestas. Con mamá y papá en El Campeador (ags), de las muchas veces que fuimos, una en que juntamos el festejo de día del padre y cumpleaños de mamá. Con Isa, Erik, Ale, Marco y demás gente, cuando Isa decía que las mesas giraban. Con Deo en un lugar del centro de Morelia. Con la gente de Casa de Cartón, cuando Jeová insinuó que si me despegaba del refrigerador me podía caer (¿acaso sería el vodka?). Con papá y mamá en el Café Acrópolis (Zac), la última vez que fuimos los tres juntos. Con mamá en La Catrina (¿cómo que la crema blanca súper bonita era de camote?). Con el Justes en El Codo (Ags), antes del incidente de los discos. Con Axel en el Café Catedral (Ags), cuando alguien que no será nombrada llegó de metiche. Con Isa, una amiga suya y mi sobrina Daniela, en La Querencia, en una salida improvisada (Ags). Con Giovanni en su cocina (esos sí son capuchinos espumosos). Con Memes alguna cenaduría, el día que nos dio por recordar. Con Aldo, Monique y Héctor, cuando Héctor contó el final de una película y el resto de la gente en el restaurante no fue feliz. Con Caro, Mónica y Ricardo, en Las Antorchas, cuando descubrimos que nuestra refinada amiga Caro se sabe todas las de Joan Sebastian. Con la gente del Festival de Cine Aguascalientes y Juan Arturo Brennan en el Rincón Maya, cuando Ricardo y yo pusimos en evidencia a Caro frente a su ídolo Brennan (¿aquí no tendrán un CD de Joan Sebastian?). Con Caro, Cris y Edith en El Codo, festejando mi cuarto de siglo (Ags). Con mamá en un restaurante cuyo nombre no recuerdo, junto al Parque Nacional de Uruapan (las dos nos enamoramos del mesero... ah, y también estaban deliciosas las corundas). Con Maritza en un café de cristianos (ah, qué inspirador resultaba el baño) cuando me contó de su boda y me presumió el anillo de compromiso. Con Sasha y Pau en El Colibrí (Gdl). Con Arlette en Guadalajara, cuando llegué tarde porque se me atravesó una carrera de ciclistas. Con Armando en La Estación de Lulio (Gdl), cuando regresó de Buenos Aires. Con Ale e Isa en Vips, cuando Ale regresó de Madrid. Con Chava y Rebeca en un restaurante italiano cerca del CUCSH (Gdl), un día en el receso de Ibercom. Con Sasha y Giovanni en el Starbucks de Las Fuentes (Gdl), con las conversaciones “peligrosas”. Con Rafa, Paulo y demás gente de la maestría, en fin de cursos (en Gdl), cuando cruzamos tequila (del que llevó María Martha) con vino tinto (no lo vuelvo a hacer, me cae). Con Paulo en algún lugar de Plaza del Sol (Gdl), cuando pasamos de la reflexión teórica profunda a la más vil tijera y acabamos en anécdotas curiosas. Con Carlos en algún lugar de La Condesa(DF), en medio de un viaje relámpago.

26 estupideces y cursilerías varias. Cuando bañé un pollito porque estaba muy sucio (claro, yo era una escuincla; y, por cierto, el pollito no murió). Cuando me atoré en una resbaladilla en kinder y se me vieron los chones. Cuando Ramsés y yo, en secundaria, lanzamos por la ventana el suéter de Rafael y sólo yo fui reportada ¡por robo comprobado! (a él no lo reportó porque era su amigo). Cuando tenía planeado despertar a mi mamá con las mañanitas y me quedé dormida (desperté y no estaba). Cuando mis compañeras y yo, en el mini concierto de cierre del curso de canto, cambiamos la tonada de Memory, de Cats. Cuando empecé a decir incongruencias para que el Chuletas (menos conocido como Juan Pablo) dejara de hablar mal de la esposa de un profe que estaba parado exactamente atrás de nosotros. Cuando me enojé con mi papá por dramas que no eran nuestros. Cuando, un 10 de mayo, le dije a mamá que iría a una fiesta para ir casa por casa a dar serenatas a las mamás de los chavos de cierto coro (yo ni estaba en el coro, pero el Memes me invitó) y llegamos con la serenata de mi mamá a las 6 de la mañana. Cuando besé por accidente a un amigo en un camión. Cuando me puse a llorar con la calavera que me escribió Pepe en 2003. Cuando me puse a patear a Christian para que dejara de hablar mal del profe que iba entrando al salón. Cuando leí los horóscopos que se publicarían en el número de diciembre de una revista donde trabajé y dije en voz alta: “¿qué idiota escribió para Sagitario ‘este mes vas a recibir muchos regalos’?, pues claro, es mi cumpleaños y es Navidad”, en ese momento supe que la esposa del dueño era quien escribía los horóscopos. Cuando le regalé un libro a alguien que ni siquiera acostumbra leer. Cuando le dije a una suegra que no sabía cocinar. Cuando publiqué posts escritos a mano. Cuando entendí que a uno de los que no han sido nombrados, como en el fut, “lo tenía, era mío y lo dejé ir”. Cuando unos discos volaron en la calle Madero en Aguascalientes (saludos, Justes). Cuando escribí a mano una nota de disculpa y luego la envié por mail (digitalizada, por supuesto). Cuando prometí a alguien alcanzarlo en una fiesta con Nortec, en cuanto saliera (yo) del concierto de la OSA (primera vez en América Latina que tocaban la Canción para la unificación de Europa, no me la iba a perder) y se me olvidó. Cuando llamé a mi mamá para que fuera por mí al hospital y le pedí unas muletas (y ella no sabía ni de qué le estaba hablando). Cuando un mago de luz se convirtió en mi tablita de salvación, mientras permanecía recluida y enferulada en casa por un ligamento roto. Cuando acepté salir con un tipo tan obsesivo que hacía análisis de contenido de lo que yo decía. Cuando me tragué un chicle (y ni cuenta me di) en el Festival de Cine Aguascalientes en 2006. Cuando no me atreví a besar a alguien que me encanta, porque me ganó la risa. Cuando escribí a mano y bajo el influjo de tequila y vino tinto una nota de agradecimiento que luego envié por mail (también digitalizada). Cuando casi me rompo un brazo tras estamparme con un árbol (eso fue ayer).

26 regalos. El conejo silvestre que me regaló Pepito cuando cumplí cuatro años. Un poema que me escribió un amigo de mi papá cuando yo cumplí cinco años. Un anillo que mi papá le dio a mi mamá y ella a mí, porque los dedos le engordaron. Un poema cursi cursi cursi que me escribió un compañerito de primaria (teníamos ocho años). Un vestido de deshilado que me hizo mi mamá (claro, lo hizo cuando yo tenía 10 años, así que ahora me cabe un brazo en ese vestido). Fotos, muchas fotos, que me ha regalado Anselmo. Cuatro serenatas. La rosa roja que tiré. Unos tenis de cuadritos. Un girasol que me dio alguien que sabe que amo los girasoles. Todo lo que mis amigos hicieron por mí (no dormir, ser mis choferes y guaruras, llevarme a comer, rezar, cantar, estar) cuando murió mi papá. Un vals de graduación. Un montón de libros. Un poema lluvioso con dedicatoria incluida. Una hoja de maple que me trajo Edith de Vancouver. Un rebozo rosa mexicano de Chapala. Una rosa que me regalaron unos alumnos. Una calaverita fucsia de azúcar que me regaló una alumna. Un CD genérico intercambiable de Los Xochimilcas que me regaló Axel. Unos calcetines de rayas, verde y blanco, con ranitas. Muchas canciones (cantadas o en mp3). Un CD genérico intercambiable con la voz de Cortázar, regalo de Eugene. Un libro completo en pdf que alguien me envió de Colombia. Que C. atravesara un pedazo de la ciudad del caos humeante para regalarme un libro. Unos calcetines discretones, fucsia, verde limón y turquesa, con vaquitas. Mi casa (no me salió lo materialista, amo esta casa que me regaló mi papá).

26 comidas, bebidas y demás. Las albóndigas con chipotle estilo mi mamá, bueno, casi cualquier cosa que cocine mi mamá. El pastel de moka de La Flor de Aguascalientes. El pollo estilo Aguascalientes (o estilo San Marcos, ya no me acuerdo) del Hacienda de La Noria. La parrillada en El Campeador. Las enchiladas suizas de Sanborns. Los molletes de un restaurante cuyo nombre no recuerdo, en el centro de Morelia. El tequila preparado por Enrique. La arrachera de L’Costille. Casi todo lo que hay en La Saturnina. Las gorditas Victoria. La crema de chile poblano del Calpulli. La soda italiana del Café del Codo. Las gorditas de doña no sé quién, de Huejúcar. La Pelea de Gallos de Las Antorchas. El capuchino de Giovanni. El pastel de chocolate de La Esquina de Triana. Los tacos de cochinita pibil del Rincón Maya. Las pechugas de pollo rellenas de verduras estilo yo. El spaghetti que hace Ricardo, bueno, casi cualquier cosa que cocine Ricardo. El mole estilo Aguascalientes de La Catrina. El frapuchino de El Rosinal. Las corundas de un restaurante de junto al Parque Nacional de Uruapan. Un licor de café de Zirahuén. El pollo relleno de espinacas del Fiesta Americana de León. El croissant americano de La Triqueta. Los molletes del Leyendas.

26 fotos. Papá en la playa, por mamá. Dorix en traje de huichol, por un fotógrafo cuyo nombre no recuerdo, supongo que de Rembrandt. Memes y Dorix comiendo galletas, por mamá. Memes y Dorix caminando, por mamá. El Cerro del Picacho al atardecer, por Dorix. Cielo con nubes, por Dorix. El “ay, mis amigos” dormido, camino a Morelia, por Deo (y no tengo copia de ésa, caray). Papá mirando al horizonte, por Dorix. Mamá mirando de frente, por Dorix. Dorix soportando el sol de frente, por mamá. Mamá y Dorix en el Encino, por Enrique. María Ynés y Dorix caminando por un parque, por Anselmo. Una de mis botas fucsia de luchador, por Dorix. La señora taza, por Maritza. El agua azul en Puente de Dios, por Dorix. Una vía de tren en Puente de Dios, por Dorix. Mamá y Dorix en un río, por Anselmo. Caro y Dorix en el Festival de Cine Aguascalientes, por Dorix. Rafa y Dorix muertos de cansancio el día del coloquio, por Christian. Pescadores en el lago de Pátzcuaro, por Dorix. Una taza de perfil, por Maritza (de las primeras que expuso y la compré :D). Una taza en un café de Buenos Aires, por Giovanni. La gente de la maestría, por Eugene. Los cables de Zapopan, por Paulo (ja ja). Dorix con cabello en la cara, por Dorix. Justina en el espejo, por Dorix.

26 cosas sin las que (creo) no puedo vivir. Leche. Limonada. Carne. Celular. Lap. Pañuelos desechables. Una cama cómoda. Agua tibia en la regadera. Chocolate. Lechuga. Libros. Cámara. Reloj. Agenda. Cuaderno de notas. Aretes. Pinzas para el cabello. Tenis. Ropa de algodón. Ventanas. Lentes. Música. Calles aptas para caminar. Transporte público. Cafés. Al menos tres almohadas.

26 labores (no siempre gratas para el común de los mortales) que me gusta hacer. Acomodar libros. Hacer maletas. Cargar maletas. Ser ayudante de cocina. Limpiar la cocina. Lavar trastes (o trastos o como prefieran). Trapear (pero odio barrer). Lavar la casita del perro. Quitar las hojas secas de las plantas. Bañar al perro y a la gata (Justina sí se baña). Guardar triques de antaño. Pintar (con brocha gorda). Armar muebles. Colgar cuadros. Atornillar cosas. Hacer reparaciones en casa (no, señor que no ha de ser nombrado, no es cosa sólo de hombres). Separar la basura. Llevar triques al centro de acopio. Cortar uñas (hasta al perro y a la gata). Pintar uñas (sobre todo si son ajenas). Ir al dentista. Viajar en camión. Ir al cine sola. Trabajar por amor al arte. Escanear fotos, documentos y demás. Ordenar los discos duros en carpetitas.

26 trapos o chanclas. Un suéter café que era de mi papá (odio el color café, pero amo ese suéter). Los zapatos negros estilo Mafalda. Los tenis de mantel (cuadritos y más cuadritos). El saco negro de muchos botones. El suéter de colcha (cuadritos por aquí, cuadritos por allá). Los tenis grises (los de correr). El vestido negro que le copié a Cristina Ricci. Las botas fucsia (de luchador, según Alan). El suéter de cobija (quesque boliviano, sabe). La falda negra con costuras diagonales. El saco negro cortito. El abrigo rojo “friégame la vista”. Los tenis verde limón. El suéter de guacamaya. Un capri rosa mexicano. La falda negra con cuadros blancos. El gorrito negro que tiene una rosa. El abrigo verde limón. Los zapatos rosa que le combinan a una de mis pulseras (y no, Justes, no los mandé hacer). Las botas negras (las de poli, según Giovanni). El suéter de perico (que no de cotorra, dice Cris). El rebozo rosa mexicano de Chapala (que no, Carlos, no es de Ralph Lauren). La falda negra con flores bordadas. La bufanda fucsia que parece boa de plumas. Una blusa verde tejida por mi mamá. Un pantalón verde seco que ahorita no me queda (snif snif).

26 cosas que hacen que la vida valga la pena. La música que me pone chinita. Abrir los ojos y ver por la ventana árboles y cielo. Caminar entre lluvia ligera. Tomar fotos. Encontrar grandes amigos (y amores) en lugares no imaginados. Cantar a grito abierto. Respirar aire (medianamente) puro. Echarme en el balcón a tomar el sol. Que Gupy (mi perro) salte emocionado cada vez que me ve. Que Justina (mi gata) decida regresar a dormir a mis pies. Que un libro me diga tanto de mí. Tomar un frapuchino. Los hermosos atardeceres que se ven desde mi balcón. Sonreír bajo el influjo de los planes. Sonreír bajo el influjo del recuerdo. Salir a tomar café. Reír hasta que duela la panza. Que una película me haga pedazos. Vagar. Ver que los cerros reverdecen.Tomar un vino tinto. Tener la mamá que tengo (mucho más que una madre, dicho sea de paso). Que las vacas sagradas sean tan sencillas. Que El Cafecito subsista y más cafeinómanos se sumen. Que se construyan nuevas ilusiones. Ver la luna de noche desde la ventana.

26 viajes que quiero hacer. La Rumorosa. Barrancas del cobre. Mérida. Izamal. Cuetzalan. Huamantla. Taxco. Maruata. Comala. Atenas. Creta. Bogotá. Cartagena. São Paulo. Fortaleza. Porto Alegre. Puerto Iguazú. Bariloche. Buenos Aires. Córdoba (Arg). Viena. Copenhague. Sydney. Miyajima. Tokio. Petra.

26 libros que quiero leer. 2001 Odisea en el espacio, Arthur C. Clarke. Baudolino, Umberto Eco. Canto dos malditos, Austregésilo Carranco Bueno. Clarinda, Vicki Baum. Cuentodisea, Luis Buero. Diario de una escritora, Virginia Woolf. El diario de un gato asesino, Anne Fine. El enmascarado de lata, Vivian Manssur. El episodio perdido, Juan Manuel Aurrecoechea. El materialismo histérico, Xavier Velasco. El mono desnudo, Desmond Morris. En qué creen los que no creen, Umberto Eco. Esculpir el tiempo, Andrei Tarkovsky. Fahrenheit 451, Ray Bradbury. Hombres que no tuvieron monumento, José Luis Justes Amador. La guerra de las imágenes, Serge Gruzinsky. La naranja mecánica, Anthony Burgess. La piel del cielo, Elena Poniatowska. Las batallas en el desierto, José Emilio Pacheco. Príncipes y medias lunas, Luis Buero. Sin tetas no hay paraíso, Gustavo Bolívar. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Octavio Paz. The chronicles of Narnia, CS Lewis. Último round, Julio Cortázar. Zoom, Istvan Banyai. Re-zoom, Istvan Banyai.

26 películas que quiero ver. 25 grados en invierno, Stéphane Vuillet. Ararat, Atom Egoyan. Ashes of time, Wong Kar-wai. Barry Lyndon, Stanley Kubrick. De la vida de las marionetas, Ingmar Bergman. Del olvido al no me acuerdo, Juan Carlos Rulfo. El abuelo Cheno y otras historias, Juan Carlos Rulfo. El crucero, Juan Carlos Rulfo. El cubo, Vicenzo Natali. El cubo 2: hipercubo, Andrej Sekuta. El ensayo de orquesta, Federico Fellini. El grillo feliz, Walbercy Ribas. El violín, Francisco Vargas Quevedo. La historia del camello que llora, Luigi Falorni y Byambasuren Davaa. La noche, Michelangelo Antonioni. Luna papá, Bakhtiyar Khudojnazarou. Morirse en domingo, Daniel Gruener. Mummy’s war, Carol Thatcher. Novia que te vea, Guita Schyfter. Otaola o la república del exilio, Raúl Busteros. Paisaje en la niebla, Theo Angelopoulos. París, Clara y yo, Arnaud Viard. Por si no te vuelvo a ver, Juan Pablo Villaseñor. Septiembre, Woody Allen. Sombras y niebla, Woody Allen. Vodka limón, Hiner Saleem.

26 cosas que quiero hacer. Tirolesa. Rappel. Viajar en globo. Aprender a tocar el piano. Aprender alemán (sé dos palabras, o sea, nada). Aprender a hablar francés (leo poquito). Aprender a hablar italiano (también leo poquito). Aprender a hablar bien portugués (leo muchito). Aprender a nadar decentemente (y no como pato). Regresar al gym. Volver a pueblear por Michoacán y por otros lugares de México. En Michoacán, escalar en las calles de Janitzio y subir al mirador (y dejar otros cinco kilos ahí). Pasar un fin de semana en el Hotelito Desconocido. Ir de mochilazo a Europa. Aprender a circular en bici por las calles (sin morir en el intento). Ver un clásico Chivas-América en el estadio (de veras, nunca he estado en uno). Tener un jardín enorme. Tener un labrador y un dálmata. Tirarme un día completo en el balcón a tomar el sol, sin pendientes. Pintar un mural en mi casa. Enmarcar lo rescatable de lo que he fotografiado y pintado. Poner un albergue para animalitos “indigentes”. Volver a ir a la Cine Sala París (la última vez que fui, era yo una escuincla de ocho años y todavía exhibían cosas decentes). Producir tres cortos pendientes y un documental que no sé si es corto o largo (es el tuyo, Caro, tú dices cuándo). Rescatar cierto festival. Re-descubrir el DF, Guadalajara y Monterrey en plan de turista (no en plan funcional, como he hecho últimamente).

26 problemas sociales que me alteran. Agotamiento del modelo de partidos. Agotamiento del modelo legislativo. Bajo presupuesto para cultura (con todo y las mejoras). Burocracia ineficaz. Calentamiento global. Contaminación. Corrupción. Desempleo. Dinosaurios en los partidos. El olvido del pueblo en los intereses políticos. Exclusión. Falta de preparación de funcionarios públicos. Falta de visión a largo plazo. Impunidad. Inequidad de género y de clase. Manejo perverso de la memoria (o de la desmemoria). Mucha legislación y poca aplicación (y adecuación). Mucho adorno y poca sustancia. Mucho discurso y poca acción. No sé si sea la expresión más afortunada: depresión colectiva. Pésimos servicios de salud. Pobreza. Que en el mismo país viva el segundo hombre más rico del mundo (lo han desbancado del primer lugar) y ya no sé cuántos millones de pobres. Servicios básicos sin cubrir. Sobre-exposición mediática de funcionarios (con todo y su bonita reforma a la ley electoral). “Prioridades” para becas: desarrollo industrial y tecnológico (¿dónde queda lo social, administrativo y demás?).

26 sueños. (He de confesar que hice una lista y no son contables, o por comprometedores o por fumados, así que se cancela este campo).

26 es mi talla de zapatos (lo sé, patona soy).

26 inviernos han pasado desde que nací.

el sol sí regresa

Oficialmente, hoy llega el invierno, pero el sol cuasi veraniego no cede, hasta Gupy está sorprendido.

Justi regresó

Cuando creí que me había abandonado, Justina salió de la nada y asomó su nariz entre unos libros, regresó...


jueves, diciembre 20, 2007

pensar em você

Todo lo que puedo hacer, R., es pensar em você...

É só pensar em você
que muda o dia
minha alegria dá pra ver
não dá pra esconder
nem quero pensar se é certo querer
o que vou lhe dizer.
Um beijo seu
e eu vou só pensar em você.
É só pensar em você
que muda o dia
minha alegria dá pra ver
não dá pra esconder
nem quero pensar se é certo querer
o que vou lhe dizer.
Um beijo seu
e eu vou só pensar em você.
Se a chuva cai e o sol não sai,
penso em você.
Vontade de viver mais
em paz com o mundo e comigo.
Se a chuva cai e o sol não sai,
penso em você.
Vontade de viver mais
em paz com o mundo e comigo.
Se a chuva cai e o sol não sai,
penso em você.
Vontade de viver mais
em paz com o mundo e consigo.

miércoles, diciembre 19, 2007

cuatro años...

... y esta canción se resignifica.

Hoy tengo que decirte, papá - Timbiriche 25

Hoy tengo que decirte, papá,
el tiempo nada cambiará,
estaremos siempre juntos
todo el tiempo, sin parar.
Hoy tengo que decirte, papá,
te quiero más que a nadie
y cuando estoy a tu lado
todo el miedo ya se va.
Y a veces, cuando llegas de noche,
y el sueño ya me venció,
estás junto a mí
y me miras dormir
y me siento tan feliz.
Voy a crecer a tu gran tamaño
y el mundo veré como tú,
te comprenderé mucho más y mejor
y la vida venceré.
Hoy tengo que decirte, papá,
te quiero más que a nadie
y cuando estoy a tu lado
todo el miedo ya se va.
Y a veces, cuando llegas de noche,
y el sueño ya me venció,
estás junto a mí
y me miras dormir
y me siento tan feliz.
Voy a crecer a tu gran tamaño
y el mundo veré como tú,
te comprenderé mucho más y mejor
y la vida venceré.

martes, diciembre 18, 2007

feliz como una lombriz

Puras buenas noticias.

viaje relámpago en lunes

Cinco horas y media en el DeFectuoso. Un frapuchino. Un gran proyecto. Libros y sorpresas. Un rebozo rosa mexicano. Una cena deliciosa. Una botella de vino tinto. Una velada maravillosa. El tiempo siempre insuficiente. Y, como siempre, gracias, C.

viernes, diciembre 14, 2007

media luna

En un capítulo más de mi retorno a las salas de cine, fui con Caro a ver Media luna (Niwemang) de Bahman Ghobadi. Íbamos con expectativas muy altas, lo anterior que habíamos visto de Ghobadi era Las tortugas pueden volar, que es una fregonería... y ahora, plop, todo iba bien hasta que sentimos que nos faltó película. Ya cuando una acción brinca y tiene que entrar algún personaje a explicar qué fue lo que pasó para que uno le entienda, me empieza a dar como alergia; y si hay más de tres explicaciones en una película, me altera, neta, me altera, me habla de una falta de dominio de lenguaje cinematográfico (aunque sea Ghobadi) y hago berrinche. Y eso ocurrió y no me hizo feliz.

Pero hay un momento, a media película, donde Mamo, el músico kurdo que viaja al Kurdistán Iraquí para dar un concierto tras 30 años de exilio, va en busca de Hesho, una voz privilegiada que vive confinada con más de mil mujeres. Cuando todas cantan, es mágico, he de confesar que me puse chinita. El video está en YouTube, pero no es igual de mágico que en la sala. Nada más por eso valieron la pena las casi dos horas.

a medio camino

Volver a verte sin previo aviso. Escuchar mi nombre. Ver tu sonrisa. Ver que me ves mientras hablo con otra gente. Sentir que el corazoncillo todavía se me acelera cuando te veo. Pensar en tus ojos, los más transparentes que he visto. Saber que no fue ni será y correr para no llegar tarde, mientras le cuento de ti a una amiga, cual si fuera adolescente. ¿Cómo explicar lo que no sé explicar?

miércoles, diciembre 12, 2007

programa nacional de cultura 2007-2012

Corte informativo: ya está el Programa Nacional de Cultura 2007-2012. He de confesar que aún no lo leo, pero ya lo bajé. Expulguémoslo entre todos (o al menos entre muchos).

remodelar... esto no se le puede hacer a un gato...

Mi mamá un día despertó cual "hoy voy a cambiar" y decidió remodelar la recámara que alguna vez fue de mi papá, así que me he echado un clavado para sacar todos los triques para que el equipo de albañilería haga su chamba y qué impresión, me he encontrado un montón de cosas que ya ni me acordaba que existían, muchas fotos, ropa y otros objetos de mi papá, su último sombrero, un llavero que ya no tiene llaves, hasta una cobijita que seguro alguno de mis medios hermanos se voló de un avión y maletas como ésta, de las de antes... hace tanto tiempo que no usamos de esas maletas.


En fin, que en todo esto, la que se ha apropiado del papel de mártir es Justina, porque mover cosas, "eso no se le puede hacer a un gato", como diría la Szymborska.

Así que mientras todo pasa, deambula entre las cajas (esto parece mudanza) y asoma su carita a ver lo que se fue a la basura, descubre todos los objetos que no conocía y después se echa a dormir, toda nostálgica.

de resignificaciones y otras maravillas


No me arrepiento de nada, como diría la Belli, no me arrepiento de lo que he sido, pero he de confesar que se me movió el piso en estos días y algunas cosas (pocas, pero grandes) se resignificaron. En fin, de las certezas a las preguntas y a una mentecilla retorcida que no deja de maquinar cosas extrañas. Y, entre tanto, soy muy feliz.

martes, diciembre 11, 2007

quemar las naves


"Un día me voy a ir y no volveré jamás...", así dice la canción de Quemar las naves, que se me pegó cañón.

Quemar las naves, ópera prima de Francisco Franco, fue presentada el otro lunes (o sea, el lunes 3) en Aguascalientes (antes ya se había presentado en Zacatecas, Morelia y otras ciudades, y por ahí de abril se estrenará comercialmente).


No voy a anotar aquí la sinopsis, porque para contar cosas que pueden leer o ver directamente, pues mejor no, ¿edá? En palabras del director, se trata de "una invitación a vencer el miedo de quemar las naves para encontrar nuestra propia voz", cosa que me suena poquito a rollo de superación personal y creo que la película va más allá. En fin, si bien no es la mejor película que he visto en la vida, me gustó bastante, dos que tres cosas en la historia están de más y algunas quedan inconclusas, pero enloquecí con la fotografía y la dirección de arte, son la onda, igual que la música, me hicieron feliz como una lombriz. Eso de escuchar la voz de Eugenia León con "un día me voy a ir...", guau, me encantó.


Y lo mejor de todo es que está hecha en digital (y aquí va un saludo a quien hace casi cinco años me gritó hasta el cansancio que lo digital no es cine, y ahora estaba en primera fila entre los promotores de la presentación de Quemar las naves en Aguascalientes, ¿será que quemó sus propias naves?) y se ve fregón, se ve muy libre y demuestra que el cine es el lenguaje, no el formato (o dicho de otro modo, diríamos Caro y yo citando a dos clásicos, "lo que importa es contar historias a través de las imágenes en movimiento").

Quiero volver a ver Quemar las naves, me cae. Y quiero cantar, con una boa de plumas en el cuello, "un día me voy a iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiir y no volveré jamásssssssssssssssssss".

domingo, diciembre 09, 2007

Blue-Blue & Do-Do


Hace algunos años que sufro de escasez de tiempo, los días nomás no los logro extender y no alcanzo a hacer todo (entiéndase "todo" como "todo lo que quiero" o "todo lo que debo" o la suma, resta o multiplicación de los dos anteriores). El punto es que, sobre todo en este semestre, me asomo a los blogs (hasta al mío) a destiempo y no había visto que Blue escribió algo requete bonito acerca de mi visita a su nueva casa. Será que ando sentimentaloide o será (lo más seguro) que quiero mucho a la Bluesinha, pero estuve a nada de soltar las lagrimitas (no lo hice, porque hoy sí me maquillé y por mucho rímel a prueba de agua que uno use, la revoltura de eso con sombra, polvo, sudor y lagrimitas, arde). Leer ese post me hizo recordar que si bien nos conocimos en la uni, en aquellos bonitos salones contiguos del edificio 4, fue en la clase de inglés donde nos hicimos amigas. Éramos insoportables, hacíamos bloque (junto con mi amiga Cristy) y nos reíamos de todo. Alguna vez apareció en el salón alguien que no ha de ser nombrado (y que no están todos para saberlo ni yo para contarlo, pero fue mi amigo y mi amorcillo y lo quise tanto y le hice tanto daño y me hizo tanto daño) y cuando se puso duro el intercambio "civilizado" de palabras entre él y yo, salieron Blue y Cris a poner jetas y decir cosas. Otra vez a Blue le dio por hacer análisis grafológico y me dijo cosas tan maravillosas como que trato a los hombres con la punta del pie (sabe por qué será, me lo volvió a decir la semana pasada en su casa, más o menos siete años después de aquella clase). Y tantos días salimos corriendo de esa clase en el edificio 49 hasta el 112 (el Campus Campestre de la UAA), para llegar a las otras clases, vaya que Bluesinha sufría con mi "velocidá". Y casi todos los días se burlaba de mis gustitos, en aquellos años me gustaba muchísimo cierto fulanito que tenía demasiado parecido con mi papá (la estatura, los ojos diminutos y hasta el temblor en el labio inferior a la hora de los enojos). Lo bonito es que el curso terminó y la amistad siguió y siguió y siguió; si bien durante varios años no nos vimos tanto, tejimos puentes vía messenger primero y después vía blog. Compartimos las pérdidas cuando se acabó el 2003 y no sé cuántos litros de lágrimas a uno y otro lado del monitor. Compartimos también las emociones, las novedades. Me contó de un tipo maravilloso, una vez, en un café, al salir del CIELA. Y no hace mucho, en el café del baño inspirador, me enseñó su anillo de compromiso y me contó con ese brillito en los ojos de la entonces futura boda. No supe cómo pasó tan rápido el tiempo, pero los planes, las invitaciones, las aventuras para llegar, la boda hermosa, el chal post boda en la comida en casa de los Blue... tanto ha pasado... y tanto queda por pasar. Shalalá, qué bonito.


Gracias por todo, señores Blue. He prometido ir en 2057 a las bodasdioro, chocha chocha (si a los 25 tengo achaques, a los 75 iré mínimo de bastón), pero feliz y contenta. Los quiero.

el café suyo de cada noche

El mundo dejaba de existir todos los días por ahí de las 8 de la noche, el olor a café invadía cada rincón de la casa y mis papás invadían la cocina para tomar su cafecito y hablar y hablar y hablar y hablar (he de confesar que mi mamá siempre habló más). Y cuando estaban enojados, no hablaban, pero igual tomaban su cafecito. Alguna vez pensé que era taaaaaan rutinario, pero en algún momento de mi vida entendí que era mucho más que rutina y mucho más que un par de tazas de café y una conversación eterna, era su espacio y ellos eran lo único que existía en ese espacio. Así fue por casi 24 años, mi papá murió y mi mamá ha bajado considerablemente sus dosis de café, pero qué bonito fue y qué bonito es pensar en las dos tazas de café que contenían mucho más que café. Tal vez de ahí viene mi obsesión por el café. Y es claro que de ahí viene mi costumbre de regalar tazas a algunos de mis amigos cuando se casan; recuerdo haber regalado su par de tazas a Lupita y Rolando, Lula y Abraham, Carmen y Alex y hace pocos días a los señores Blue (menos conocidos como Maritza y Armando); recuerdo haber recalcado que el regalo es incompleto, van las tazas, a veces el café, pero que el mundo se detenga un rato cada noche, que nunca dejen de hablar... eso depende de los casados. Y si eso es una fórmula para la felicidad, no sé, pero en el trabajo etnográfico involuntario que hice durante algo así como 22 años de mi vida, puedo concluir que sí, el café suyo de cada noche fue un factor determinante para estar juntos tantos años.

viernes, diciembre 07, 2007

turista en casa

Algo se mueve como si yo no estuviera. Los horarios se han movido, la comida, el acomodo de las cosas, las cantidades en las compras de víveres... hasta mi gata Justina reclama mis cosas como si fueran de ella y cuando mi mamá le dice a mi perro Gupy que busque a Doris, el animalito corre a buscarme en las escaleras y se sienta a esperar.

técnicas desesperadas para cerrar maletas

El otro viernes fue también día de mudanza de la perla tapatía a mi lugar de origen, tenía todo fríamente calculado, empecé a empacar desde el martes, pero, algo pasó... el viernes no cerraban las maletas. Dejé algunas cosas en casa de una amiga y... las maletas no cerraban. Así que hice uso de los conocimientos que adquirí en mis estancias en el hostal, recordé la cátedra que nos dio una finlandesa, "las maletas de regreso nunca cierran", decía, mientras se trepaba en las maletas y jalaba cierres (cuando no fue suficiente con ella, subimos a su maleta una inglesa y yo para ayudar); hice lo mismo y, a riesgo de perder mis dedos, logré cerrar las dos maletas. Sobra decir que al llegar a casa, en la tierra de la gente buena (quesque), abrí las maletas y una masa amorfa compuesta por libros, ropa, zapatos y dos que tres enseres domésticos, salió a presión.

de ñoñez, tequila y vino tinto... y de la banda sonora para la ñoñez...

Otro semestre de ñoñez, intenso, genial, lleno de satisfacciones y cansado, muy cansado, más que los anteriores... o más bien, la que acabó en calidad de trapo fui yo, la estudiante de tiempo repleto que se mete en más proyectos de los que puede atender, la que cruzó en algún momento la línea del look intelectualoide al look de zombie. El punto es que oficialmente mi semestre terminó hace una semana, hubo entrega de trabajos finales, coloquio de proyectos de tesis de mis compañeros y comida de fin de cursos en la que abundó el tequila y el vino tinto (nota mental: prometo firmemente no volver a cruzar tequila así de juertecito con vino tinto, tan juertecito como que es la segunda vez en mi vida que se me duerme la lengua y se me calientan las orejas, la primera fue con mezcal, la segunda con el tequila que llevó MM)... y mi cuerpecillo interpretó, tal cual, que el semestre había terminado, así que se negó a trabajar en los dos trabajos que había que entregar el lunes (nota de agradecimiento: benditas sean Cecy y Diana que se pasan de comprensivas y aceptan trabajos fuera de la fecha)... por ello, heme aquí, aún en la ñoñez, con banda sonora para la ñoñez...

En el momento que la desesperación crecía: Mission imposible
En la histeria total: el tema principal de Réquiem por un sueño
En el “ya merito” (o lo que es lo mismo, cuando sólo faltaban las conclusiones del trabajo de políticas culturales): Carros de fuego
En el relax, cuando terminé (uno, que aún me falta otro): Vendrán lluvias suaves de Austin TV

¿Qué fue primero: el huevo o la gallina, la banda sonora o el estado de ánimo?

domingo, diciembre 02, 2007

viaje al centro de la FIL

Viaje relámpago, dicho sea de paso, que si por mí fuera, habría pasado ahí los nueve días, pero no había modo, se articularon justo en las dos semanas más recientes, un congreso, el viaje relámpago a la ciudad del caos humeante (que físicamente me cansó, pero de ánimo me hizo tanto tanto bien), los días de entrega de trabajos finales con sus desveladas anexas, una comida de fin de semestre, una mudanza, cansancio extremo y una cartera un tanto... vacía. Pero, vivir en Guadalajara (aunque sea media semana) y no ir a la FIL es un crimen, morir de ganas de ir y no ir es doble crimen... y aparte, Colombia, Del Paso... grrrrrr, había que hacer magia con el tiempo para ir.


Decidí ir en jueves por la mañana para evitar las multitudes vespertinas. ¡Error! Había visitas de escuelas, multitudes que avanzaban y envolvían cual mancha voraz a los entes solitarios (como yo). Fue así que llegué al stand de una editorial de ondas de esoterismo y superación personal que, del asco que me dio, me hizo reaccionar, así que a partir de entonces me puse las pilas e hice uso de codos, cadera y miradas matadoras para evitar ser arrastrada por la multitud o bien para llegar a donde yo quería llegar.

He de confesar que no encontré lo que buscaba, pero encontré lo que no buscaba y me hizo feliz. Después de dar vueltas en tiempo récord por enemil stands y recordar lo que me contó un día Carlos Villa que le dijo Arreola alguna vez en la FIL sobre los miles de libros que una persona no alcanza a leer ni dedicándose exclusivamente a leer de por vida y ponerme poquito amarguetas porque ni los miles de títulos garantizan que se pueda encontrar todo lo que se busca... ¡sorpresa!, hice escala en el stand de la Universidad del Claustro de Sor Juana y me topé de frente con un libro (que presentaron el sábado) que ni mandado hacer para mi tesis, lo abrí y la primera línea de la introducción es casi idéntica a mi pregunta de investigación... me cae que me hizo el día.


Por cierto, que el stand del Fondo fue premiado como el mejor en la categoría platino. Estaba monísimo.


Y el stand especial de Colombia estaba divino también, me quedé con las ganas de un rebocito verde, pero ya andaba yo muy pobre para esas horas. Dicen los de promoción turística que de Colombia, el riesgo es que te quieras quedar. Iré, iré... por ahí del 2009 que cesen mis gastos de maestría, ja ja... pero iré.

tantas cosas que contar

Ahora las letras y la voz tienen cara. Gracias por ser mi ángel de la guarda en este viaje. Gracias por todo, C. Te quiero.

señores Blue

He de ponerme cursi, señores Blue; cursi, que no me encanta, pero sincera, que sí me encanta... deseo que su matrimonio sea tan o más bonito de lo que fue la boda. Los quiero.

cómo llegar a la boda de unos amigos y no morir en el intento

En 24 horas estuve en tres ciudades y pasé por no sé cuántas más.
Perdí la cuenta de las películas que vi de ida y de regreso en un viaje triangulado, hecho en camión (entre que andaba yo muy pobre para viajar en avión y que era prácticamente imposible conseguir vuelos en esas fechas...), leí poquito, dormí mucho, pensé mucho y acabé con un extraño dolorcillo en los dedos de las manos, tras contestar casi 100 mensajes y al menos 10 llamadas.
Me chuté un viaje de siete horas de la perla tapatía a la ciudad del caos humeante.
El aire acondicionado me fregó la cara, más de lo que ya la habían fregado las hormonas, el estado de neura total y los cambios climáticos.
Llegando, en medio del despliegue de tlapalería en un baño público fellón de la terminal del norte, se me rompió una uña y ella, a su vez, rompió una media... y no había medias de repuesto... y el pronóstico de temperaturas muy bajas hacía no conveniente la opción de circular sin medias... y no había tiempo de salir a comprar otras... así que fue implementado el operativo esmalte de uñas que, con incomodidad y todo, solucionó el problema.
Primera vez en la vida que voy sola a esa ciudad del caos humeante.
Primera vez que circulo en metro (y con falda y tacones, ¡aplausos!).
Primera vez que camino y camino y camino solita en la oscuridad, intentando hacer coincidir un mapa con un recorrido por calles que ya había visto, pero que pasaban por mi mente como pedazos desarticulados de un mapa.
Pfff, y las plantillas de gel de mis zapatos se hicieron chicle bomba a media caminata y, lejos de dar comodidad, me destrozaron los pies.
En algún momento, entendí que caminaba en círculos... hora de preguntar.
Llegué, siguiendo el mapa y las instrucciones de amables capitalinos, a un templo enorme que coincidía con todo, pero... no era la capilla donde sería la boda... hora de tomar un taxi.
El taxista no daba una, así que lo abandoné. Recibí instrucciones por teléfono (los ángeles de la guarda siempre aparecen en el momento indicado). Tomé otro taxi con un taxista que sí atinó. Vi pasar al papá de la novia y entendí que ahí era. ¡Sorpresa! La capilla era exactamente atrás del templo enorme al que llegué minutos antes.
¡Peor sorpresa! Estado de llegada: maquillaje corrido, peinado descompuesto, sudor, pies destrozados. Y lo que faltaba, una llovizna inesperada (al menos para mí)... y amo la lluvia, pero no así, buaaaaaa.
(Aquí empieza la parte linda).
Llegaron los novios, con caras radiantes y rete harto amortz, tanto que hasta les salía por los poros.
Empezó la ceremonia, sencilla, hermosa, emotiva, con la homilía más bonita que he escuchado, vaya, Corintios es la onda para las bodas, pero unas homilías salen más lindas que otras (entendiendo por lindo no lo meramente sentimentaloide, sino lo profundo). Y esa referencia al regreso de Maritza y Armando a esa capilla, por ahí del 2057, con hijos y nietos, a celebrar sus bodas de oro y confirmar el amor que se tienen fue... guau, sigo impactada.
Luego, las promesas, el intercambio de anillos y arras, el peso del lazo, las miradas cómplices y las sonrisas nerviosas, la paz, la comunión, la bendición, la salida como esposos, el ataque a los novios con pétalos de rosas, los abrazos... todo hizo que el día valiera la pena.
De intermedio, para mí, un encuentro no del todo planeado, pero hermoso, espontáneo.
Y después, una fiesta genial, unos novios felices, con amigos y parientes encantados de compartir con ellos (ustedes) el momento, canapés que cayeron de perlas al final de un día sin comer, vino tinto delicioso que no acabé de tomar por temor a que el escaso contenido de alcohol hiciera estragos en mi cuerpecillo debilucho, música que no bailé porque me dolían los pies y moría del cansancio acumulado (aquí es claro que se apareció una Dorix quejumbrosa).
Más tarde, la fuga, cual Cenicienta, para llegar antes de la medianoche a abordar una calabaza gris con azul que me llevó de regreso a la que alguna vez fue la tierra de la gente buena.

sábado, diciembre 01, 2007

las coplas del retache

"... es sólo que no veo la importancia de los blogs personales, están ahí como botellas lanzadas a la mar y a nadie le importa, hasta que llega un loco, o una loca, a investigarlos". Así empezaron las coplas del retache... en una esquina, perdón, en una butaca, cierto investigador español* muy fregón de una universidad de aquellos rumbos... en la otra, Dorix, humilde alumnita del ITESO... y el escenario, un auditorio del CUCSH, en el marco (ah, qué institucional soné) de cierto congreso iberoamericano de comunicación. Pues resulta que ambos presentamos ponencia en el mismo grupo de trabajo, él en torno a los j-bloggers, yo acerca de la memoria de lo cotidiano en blogs, y a la hora de la discusión, que suelta el comentario (sobra decir que la loca soy yo) que desató quince minutos continuos de coplas del retache en términos académicos... que si los blogs personales son botellas lanzadas a la mar (seguro los otros blogs no, ¿verdad?) y a nadie le importan, resulta que hay procesos complejos de comunicación, formación de redes, construcción social de memoria y más; que si las historias de los bloggers están desarticuladas, resulta que hay súper-temas (en términos de Jensen) que atraviesan las narraciones y hablan del sujeto en la modernidad; que si lo cotidiano es irrelevante, resulta que académicamente no es importante en sí mismo, pero sí en cuanto revela procesos, prácticas y condiciones del sujeto en la modernidad; que si acaso hay manera de abarcar todo eso metodológicamente, resulta que sí, desde el modelo de la hermenéutica profunda de Thompson (que, además, no es el único camino posible)... en fin, quince minutos, intensos, miradas convergentes, silencio alrededor... y por primera vez en la vida no me quedé sin respuestas. Creo que el diálogo, aun en formato de coplas del retache, fue enriquecedor; lo que me espanta, sin embargo, no es ser la "loca" que ha decidido investigar lo cotidiano en blog, sino que se descalifique a priori bajo el argumento de que a nadie le importa y que se asuma que no hay complejidad en lo cotidiano. En fin, he aquí mi propia "botella lanzada a la mar".

* No digo quién es porque me interesa en este momento rescatar la discusión, no sacar trapos.